RULLI, Eduardo. (Buenos Aires, 1910-Buenos Aires, julio 1985).

            Hijo de Luis Rulli, inmigrante de origen italiano llegado a la Argentina en 1885.

             Su madre, de nombre Elvira, había enviudado y tenía una hija de nombre Sara, cuando se casó en 1911 con Rulli, cuando ya había nacido.

            Se crió en Mar del Plata donde  su padre se dedicó al oficio de sastre, que había aprendido tiempo atrás en Buenos Aires.

            El trazado de las vías del ferrocarril subdividieron el lote familiar y Luis Rulli inició juicio a la compañía británica, infructuosamente. Poco después murió.

            Su esposa, junto a sus hijos, regresó a Buenos Aires.

            Eduardo prosiguió en la Capital Federal sus estudios primarios. Salió a trabajar para contribuir al sostenimiento familiar y abandonó los estudios.

A los 13 años estaba empleado en la fábrica Perramus. Adhirio al Partido Comunista, que tenía actuación en la fábrica. Poco tiempo, se alejó de las filas comunistas decepcionad0.

            En 1928 votó a Yrigoyen. En 1930 participó de las manifestaciones callejeras que propiciaban su destitución.

            El trabajo en la fábrica era combinado con un autodidacticismo que lo llevó a aprender los rudimentos de la electrónica y la carpintería. Hacia 1935 se independizó y comenzó a fabricar fajas y bombachas de goma como artesano.

            Por ese tiempo conoció a Amanda, con quien se casó poco después. Vivieron sobre la calle Charcas, alquilando. En el fondo del lugar instaló su taller. En 1939 nació el primero hijo: Jorge Eduardo. En 1942 nació el segundo: Carlos.

            Vio con expectativas favorables la irrupción de Perón en la escena política.

            En 1945, ante el agotamiento del negocio de las fajas y bombachas de goma (que comenzaban a producirse a escala industrial) se asoció a un capitalista ligado al PCA y comenzaron a realizar ventas de juguetes artesanales.  En esa coyuntura el sector de finanzas del Partido Comunista decidió concentrar el control accionario y Rulli quedó fuera de la sociedad. Eso lo obligó a dejar la casa y mudarse a la zona de Floresta.

            En 1947 la familia compró un caserón en Palermo. Allí instaló su taller artesanal. Poco a poco fue sumando aprendices, todas ellas mujeres, hasta tener quince personas trabajando con él. En ese momento nació el tercer hijo: Roberto.

            A medida que avanzaba la obra de gobierno, Eduardo se identificaba de manera creciente con el peronismo. Al morir Eva Duarte, asistió con su hijo mayor a los funerales. Los avances en los procesos de sindicalización se hicieron sentir en el ámbito del pequeño emprendimiento: las empleadas se sumaron al sindicato del caucho y el taller tuvo que someterse a la normativa de las grandes empresas.

            Tras los bombardeos de junio de 1955, concurrió a la Plaza de Mayo con un cartel que rezaba: “LA VIDA POR PERÓN”.

            Rulli indemnizó a las empleadas y cerró el taller. Se dedicó a la tarea de manera individual.

            En la época de la Revolución Libertadora, su hijo Jorge comenzó a militar en la Juventud Peronista. La acción se fue haciendo cada vez más compleja y sufrió varias detenciones. Eduardo Rulli no veía con buenos ojos estas incursiones.  

En 1960 había formado parte de la toma del vivac de la aeronáutica en Ezeiza. La Policía visitó la casa familiar y fue atendida por el padre de Jorge. Lo persuadió de presentarse espontáneamente para dar explicaciones, confiando en que no ocurriría nada. Quedó detenido por pedido de un tribunal militar. Fue juzgado por un consejo de Guerra a cargo del general Gomila. Fue condenado a seis años de prisión.

De manera inmediata Eduardo Rulli junto a Oscar Spina (padre de otro preso de la Juventud Peronista) comenzaron a desarrollar una acción encaminada a configurar una asociación de defensa de los presos políticos. Así nació la COFADE (Comisión de Familiares Detenidos) en la que participaron, además, Juan Tambassio, María Celia de Pita, Rosa de Loto, Olga de Mena, entre otros. Tiempo después, por intermedio de Oscar Spina, el destacado penalista y médico Ventura Mayoral se convirtió en el asesor legal de COFADE y en su estudio jurídico funcionó durante su primera etapa la sede de la entidad, en la calle Montevideo nº 527, primer piso.

            En el año 1961, como consecuencia del número de presos por aplicación del Conintes, comenzaron a gestionar una amnistía general ante el presidente Frondizi.

            La tarea no resultó fácil. Ante una manifestación que solicitada un pedido de entrevista con el Presidente de la Nación, recibieron una respuesta policial.

            En su apoyo buscaron la solidaridad de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, mediante una carta fechada en enero de 1961. El accionar de COFADE incluyó a presos de origen gremial, con lo que a la sigla original se le agregó la leyenda de “detenidos políticos y gremiales”.

Las tareas de Rulli en la COFADE tuvieron un descanso al declararse la amnistía en el año 1963, al asumir el gobierno  Arturo Illia. Ello implicó la libertad de Jorge Rulli y Héctor Spina.

A partir de allí la organización se vinculó más decididamente al Movimiento Revolucionario Peronista, su representación fue asumida por Margarita Contursi y su sigla tuvo una variación en la interpretación, comenzándose a hablar de la Comisión de Familiares y Amigos de Detenidos.

Eduardo Rulli permaneció en su caserón de Palermo. Allí cobijo a su hijo Jorge en 1974-75 cuando era perseguido por la Triple A. Desde allí hizo las gestiones por la libertad de su hijo ante las autoridades durante el gobierno militar, infructuosamente.

Falleció en Buenos Aires, en julio de 1985.

Referencias:

Chama, Mauricio. “La defensa de los presos peronistas durante la década del sesenta: el caso de COFADE”. Actas del Congreso de la Red de estudios del peronismo. Tercer Congreso. Buenos Aires, 2012.

Mackevicius, C.; Richards, T.; Strassburger, J.M. A la intemperie. Diálogos con Jorge Rulli y Julio Bárbaro. Buenos Aires, Ciccus, 2022.

Mendoza, Juan. El guerrero de la periferia. Biografía de Jorge Rulli. Buenos Aires, Del Nuevo Extremo, 2011.

Darío Pulfer