(Buenos Aires, 11 de junio de 1898 – 21 de febrero de 1976).

El joven Domingo A. Mercante, hijo de José D. Mercante, maquinista ferroviario, y de Flora Cardone, ingresó al Colegio Militar en 1915, del cual egresó en 1919 como subteniente del arma de Artillería. Sus primeros destinos fueron unidades militares con asiento en las provincias de Córdoba y Corrientes, hasta que en 1924 fue enviado a Campo de Mayo, guarnición en la que permanecerá hasta 1940. Ya con el grado de teniente coronel, fue destinado a Covunco Centro, Neuquén, y luego, en 1942, a la División General de Tropas de Montaña sita en Mendoza, donde entabla relación permanente con un camarada con el cuál había tenido encuentros esporádicos desde 1924: el coronel Juan D. Perón. Dará comienzo allí una amistad personal, pero además, y sobre todo, una sociedad política decisiva para el surgimiento y consolidación del peronismo como fuerza política en los años siguientes. Ambos coincidieron en 1943 en Buenos Aires, donde integraron el Grupo Obra de Unificación (GOU), logia formada en el seno del Ejército cuyos integrantes tuvieron activa participación en el golpe de Estado de 1943 que dio fin a la Década Infame, y en el gobierno surgido del mismo.

            Producido el golpe del 4 de junio, Perón ocupó la Secretaría del Ministerio de Guerra y Mercante el cargo de oficial mayor de la misma. Tiempo después, el 27 de octubre de 1943, Perón fue designado Presidente del Departamento Nacional del Trabajo, organismo que fue reemplazado por la Secretaría de Trabajo y Previsión (STP), creada exactamente un mes después y al frente de la cual también fue nombrado, siendo acompañado por Mercante como Director de Acción Social Directa, constituyéndose en su principal colaborador y nexo para articular contactos con dirigentes gremiales y movilizar el apoyo de las organizaciones obreras al gobierno y a su figura.

            Cuando los sucesos de octubre de 1945, Mercante se mantuvo al lado de Perón, y en las horas siguientes a la renuncia de este último a los cargos que ejercía – Vicepresidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión- estableció contactos con dirigentes sindicales para organizar alguna reacción a favor del ex funcionario. Detenido en día 14, fue liberado el 17 para que actúe como negociador entre Perón y el gobierno. Luego de la histórica jornada, se conformó un nuevo gabinete gubernativo con ministros favorables a Perón, en el cual Mercante fue designado Secretario de Trabajo y Previsión. Su paso por este cargo fue corto –poco más de dos meses- pero sin embargo intenso: por lo pronto, le correspondió anunciar públicamente el establecimiento del aguinaldo.

Concluido su paso por la Secretaría y luego de ser ascendido al grado de coronel, solicita el retiro del Ejército y se aboca de lleno a la actividad política. Luego de intensas negociaciones, será candidato a la gobernación bonaerense impulsado por el Partido Laborista, resultando electo en los comicios respectivos del 24 de febrero de 1946.

            La acción gubernativa de Mercante en Buenos Aires, que se extendió por espacio de un sexenio (1946-1952), puede ser conceptuada como progresista y eficiente, rica en realizaciones materiales y ejecutada por colaboradores capaces y emprendedores. Dicha obra fue uno de los pilares fundamentales en los que se asentó el prestigio de Mercante, tanto dentro como fuera del peronismo. Para llevarla a cabo, se conformó un verdadero “grupo dirigente mercantista” integrado por funcionarios y  legisladores que respondían políticamente al gobernador.  En consonancia con el gobierno nacional, encaró una política donde el Estado se erigió en planificador, orientando los recursos a fin de concretar una redistribución de los ingresos a favor de los sectores populares, apuntando las líneas de acción a tres cuestiones básicas: vivienda, educación y salud.

El prestigio de Mercante entonces, fue en permanente ascenso dentro del peronismo desde los inicios de su vida pública. Como gobernador, llevando a cabo una gestión plena de realizaciones. Y como colaborador de Perón desde siempre en forma eficaz, profesándole una sincera lealtad, la que no debe ser entendida como obsecuencia – como ocurría con no pocos personajes allegados a aquel-, sino con un acompañamiento que era personal y también de ideas, con sincera convicción. La que se encargó de poner de manifiesto dicha actitud fue Evita, que no se cansaba de elogiar a Mercante, a quien definía como “el corazón de Perón”.       A todo esto, el gobernador llegó a la cúspide de su carrera política al presidir en 1949 la Asamblea Constituyente que reformó la Carta Magna sancionada en 1853, la que manejó con tino y equilibrio. Sin embargo, las peripecias sucedidas en su propio partido y con su propio jefe en torno a la cláusula reeleccionista y, en menor medida, con el artículo 40, que estipulaba la nacionalización de los recursos naturales y los servicios públicos, fueron episodios que dieron pie al resquebrajamiento de la relación de Perón y Evita con Mercante, aunque por el momento en forma silenciosa.

            Volviendo a la vida política provincial, debe recordarse que la nueva Carta Magna estipulaba dos cuestiones en sus disposiciones transitorias. Una de ellas era que autorizaba a las legislaturas provinciales a reformar sus respectivas constituciones a fin de adaptarlas a los principios de la nacional; la otra, extendía los mandatos de los legisladores hasta el 30 de abril de1952, haciéndola extensiva a los gobernadores. Así sucedió en el primer caso, sancionándose un nueva Constitución provincial que vino a reemplazar a la vigente desde 1934. Respecto de la extensión de los mandatos, Mercante entendió que como había sido electo por un período de cuatro años, debía revalidar en las urnas los dos siguientes, por lo cual convocó a comicios para el 10 de marzo de 1950, de cuyo resultado resultó vencedor.

            Visto en perspectiva, las presencia de Mercante en la constelación peronista era indudable y se justificaba en la medida que integró, junto a Perón y Evita, la “triada revolucionaria” que lideraba el movimiento y gobernaba el país. Sin embargo, las discrepancias con la pareja presidencial, saldrían a la luz, condenando la imagen y la carrera política del gobernador.

            Concluido el mandato de Mercante, su sucesor, Carlos Aloé, se dedicó a combatir su obra gubernativa como así también a perseguir a sus ministros, alguno de los cuáles, como Julio C. Avanza, debió sufrir cárcel. Ante esta situación, Mercante se entrevistó con Perón, a quién le pidió explicaciones acerca de las actitudes de Aloé, sin lograr que el presidente se las brindase. Era este un aviso de lo que faltaba: el 30 de abril de 1953 Mercante fue expulsado del Partido Peronista “por inconducta partidaria y actos graves de deslealtad”, una medida injusta sin dudas para alguien que tanto había contribuido al nacimiento, desarrollo y consolidación del peronismo.

Cuando se produjo el golpe de Estado de septiembre de 1955 fue detenido pero liberado al poco tiempo por orden del nuevo presidente, general Eduardo Lonardi. Dicha garantía sin embargo duró poco, pues cuando aquel fue sustituido por el general Pedro E. Aramburu el 13 de noviembre siguiente, Mercante debió exiliarse en la República Oriental del Uruguay. Allí se convertiría en una figura destacada de la colonia de exiliados peronistas. En esa calidad, cuando el gobierno de la denominada Revolución Libertadora, luego de derogar por decreto la Constitución de 1949 y promover a mediados de 1957 la celebración de una Convención Constituyente -sin la participación del peronismo-, de la cual surgiría otra Carta Magna, Mercante dio a conocer con su firma un Manifiesto –redactado por Arturo Sampay-, donde hacía una defensa decidida de la Constitución abolida. Afirmaba allí que:

La reforma de 1949 tuvo por esencial finalidad la de consolidar jurídicamente los frutos de la Revolución Popular del 17 de octubre de 1945, ratificada electoralmente en los comicios libérrimos del 24 de febrero de 1946, cuyos contenidos consistían en hacer de una Argentina hasta entonces dependiente de un imperialismo expoliador, ´una Nación económicamente libre y políticamente soberana’; y de una masa popular misérrima en gran parte, y en vastas regiones del país, desnutrida, un pueblo que participara directamente en el manejo de la cosa pública, de modo que por este medio se diera un régimen económico que también lo hiciera participar en el goce de todos los bienes materiales y espirituales que ofrece la civilización alcanzada por nuestra sociedad.

       Meses después, ante la convocatoria a elecciones presidenciales para comienzos de 1958, también con la proscripción del peronismo, Perón envía a su delegado personal, John W. Cooke, a reunirse con Mercante y recabar su opinión acerca de cómo debían votar los peronistas, si en blanco o por Arturo Frondizi, candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente. La postura del ex gobernador fue clara y contundente: se debía apoyar al candidato intransigente a fin de evitar la continuidad de la Revolución Libertadora a través de la Unión Cívica Radical del Pueblo y de su candidato, Ricardo Balbín.

            Luego del triunfo de Frondizi, Mercante retornó al país y se acercó a la Unión Popular, partido neoperonista liderado por el ex canciller Atilio Bramuglia.

            Con posterioridad, junto con Alejandro Leloir, se integró a las filas del Partido Laborista, y en ese carácter se lo pudo ver participando en la campaña electoral que llevó a la gobernación bonaerense a Andrés Framini en marzo de 1962 –por caso, hizo uso de la palabra en el acto final de la misma-, elección finalmente anulada que precipitaría el derrocamiento de Frondizi.

Alejado de la política, intercambió alguna misiva con Perón en 1972, aunque cuando éste regresó al país y luego fue presidente de la Nación por tercera vez no se conoce que haya mantenido algún tipo de contacto con él.

Lo vio por última vez en su velatorio en el Congreso de la Nación donde, según recuerda su hijo, frente al féretro de su antiguo amigo algunas lágrimas corrieron por sus mejillas.

Referencias:

Aelo, Oscar. El peronismo en la provincia de Buenos Aires, 1946-1955. Caseros, Eduntref, 2012.

Mateo, Graciela. “El gobierno de Domingo Mercante: expresión singular del peronismo clásico”. En: Rein, Raanan y Sitman, Rosalie (compiladores). El primer peronismo. De regreso a los comienzos. Buenos Aires, Lumiere, 2005.

Melon Pirro, Julio C. y Quiroga, Nicolás (compiladores). El peronismo bonaerense. Partido y prácticas políticas, 1946-1955. Mar del Plata, Ediciones Suárez, 2006.

Mercante, Domingo A. Mercante: el corazón de Perón. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1995.

Panella, Claudio. “Ascenso y caída del corazón de Perón”. En: Rein, Raanan y Panella, Claudio (compiladores). La segunda línea. Liderazgo peronista, 1945-1955. Buenos Aires, Eduntref/Pueblo Heredero, 2013.

Panella, Claudio (Compilador). El gobierno de Domingo A. Mercante en Buenos Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata, Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, 2005.

Terroba, Luis A. La Constitución Nacional de 1949. Una causa nacional. Buenos Aires, Ediciones del Pilar, 2003.

Claudio Panella